Quien usa la máscara de la locura es quien escribe en esta noche desolada…
Quien contrae el alma mientras poco a poco deja desvanecer sus esperanzas de vida es el mismo que ayer sonreía por un amanecer sutil y blanco…
Quien te ve a los ojos no es, ese que te ve a los ojos es solo el recuerdo de un corazón luchador que se rindió, “desangrado en cuerpo ajeno”, por no encontrar almohada donde recostar sus pesares.
Asumir
Hacerlo propio.
Partir de la pequeñez y de la intimidad.
Por una sonrisa, verdadera, que refleje la serenidad de un alma lúcida.
El peso del pensar es insostenible por estos ojos carcomidos por lágrimas invisibles que han cavado un surco profundo en lo intangible del ser. Por que mientras la materialidad y lo físico pueden soportar el golpe del frío, del agua y del sol; el espíritu se muestra vulnerable y se debilita ante la presencia transparente de un mutismo inconsciente. Por que al partirse en dos el alma, se parte en dos al espíritu, a las metas y al ser. Por que la insoportable levedad del ser invisible derrite todo acto de promesa.
Un desangramiento pasado ha llevado consigo toda esperanza de sol. La sonrisa, elemento tan hermoso en rostros juveniles, es desbrozada por el golpe de esa vaguada de sueños. Por someterse al otro, por creer ser egoísta y olvidarse de sí mismo. Así se desglosan estabilidades. Así me encuentro hoy, ajeno, desnudo.
Apatía.
La estructura valorativa, los pilares, los hilos conductores han entrado en caos, en contradicción, se desguarnecen como si nada, por que así he dejado que sea. Vació, como llegaste a proferir algún día negrura.
Locura, se hace de él. Se hace de mí!.. Dimitir… sin palabras, sin facultad, perdiendo la vida, el tiempo, desvanecimiento.
Te robo García Lorca
(Madrid 1919):
La sombra de mi alma
Huye por un ocaso de alfabetos,
Niebla de libros
Y palabras.
¡La sombra de mi alma!
Ha llegado a la línea donde cesa
La nostalgia
Y la gota de llanto se transforma en alabastro de espíritu.
¡La sombra de mi alma!
El copo del dolor
Se acaba.
Pero queda razón y sustancia
De mi viejo mediodía de labios
De mi viejo mediodía
De miradas
Un turbio laberinto
De estrella ahumadas
Enreda mi ilusión
Casi marchita
¡La sombra de mi alma!
Y una alucinación
Me ordeña las miradas
Veo la palabra amor
Desmoronada
¡Ruiseñor mío!
¡Ruiseñor!
¿Aún cantas?
TAMBIEN EN EL ALMA NIEVA
