Wednesday, February 04, 2009

Viaje

Por no reincidir, por no repetirme, rememoro. Desde Steiner, Rojas Guardia, Paz, Shakespeare, Borges, Kavafis, Yourcenar, Zambrano y Aponte. Desde Literatura hasta el textos. Un viaje, alimentado por la fresa de la vida.

Entre los estremecimientos y hecatombes que las culturas irremediablemente sufren, nada quizás sea comparable a ese intersticio que da forma a lo que se ha denominado la modernidad, sustrato de este viaje.

En la modernidad nos hemos convertido en partícipes de la "destrucción de lo divino", como diría Maria Zambrano. Accedemos, por otra parte, a la más extrema libertad, pero a su vez, a la más extrema “soledad del ser humano” como sostiene Sábato. En la “poscultura” de la fugacidad, que describe Steiner, sustituimos al Dios de la religión por la “Diosa Razón” donde el padecer, acaso la condición misma de la existencia, se enmascara y se engaña con los signos del poder.

En ese mismo panorama memoria y espacio se van deconstruyendo en una maraña de fantasmas y desesperanza en donde la incertidumbre, contradictoriamente, se muestra como la única aliada. Con Borges entendimos el olvido que nos constituye. Nuestra memoria día a día se preocupa más por el tiempo y su paso, y no por ella. Se ha descuidado a sí misma y como consecuencia nos convertimos más y más en olvido, la incertidumbre de tener la conciencia del olvido se presenta como posibilidad creadora, Rojas presente.

Surge así la contingencia de apelar al heroísmo. El de no resignarse, el que apela a la memoria, al análisis del pasado, al análisis de la caída, a Ítaca; el que se encuentra con las sombras y transcurre en el tiempo viviéndolo, ya que como dice Poe, no somos existencia sino vivencia.

La memoria rescata a la humanidad, así sentenciaba el timón de este viaje hace par de años. Intrínsecamente hablaba de la otra voz, esa que surge de las tinieblas de Steiner, que se encuentra en el sitial más recóndito de la memoria. Edith Stein lo aclara en El Regreso: “Lo que desaparece de la conciencia no se pierde para el alma”. Junto a la incertidumbre, la otra voz, la memoria y un arsenal multiplicador de posibilidades. Todas ellas sustentadas en la posibilidad del encuentro, con uno mismo y con el otro. Ya que como dice Stein, “el otro permite que nos veamos con más claridad”.

Cierto y triste es que vivimos una temporada en el infierno, no es más que la materialización de la visión que Kafka tenía del asesinato judío. Sin embargo, en nuestro contexto, aún está presente la libertad como posibilidad individual de destino en donde todo está permitido, todo está incluido. Allí podemos encontrar una visión humanista de la vida en donde cabe anexar la afirmación de Steiner: “la risa se encuentra hasta en la garganta de la muerte”.

Como dice Sábato “la memoria es lo que resiste al tiempo y a sus poderes de destrucción, y es algo así como la forma que la eternidad puede asumir en ese incesante tránsito. Y aunque nosotros hayamos ido cambiando con los años (...) hay algo en el ser humano, allá muy dentro, aferrado a la tradición y a los sueños”. Ese algo es la otra voz de Octavio Paz, la palabra de Rojas, la fe de Stein y Chejov, el reconocerse de Emerson, la buenaventura de Kavafis; es la posibilidad de trascendencia de todos.

Trascender es entonces la máxima. A pesar de sentir que las utopías están eliminadas, debemos pasar a la introspección y a la búsqueda de una pequeña dosis de heroísmo personal, ese heroísmo que como jóvenes necesitamos para callar nuestra cuota de existencialismo. El heroísmo de la fe, personal o religiosa. El de la Comunión.

El viaje sólo comienza. Vuelvo a Emerson, la gran clave, “Dejad que el hombre aprenda a mirar lo permanente en lo mudable y efímero, dejad que aprenda soportar la desaparición de las cosas que estaba acostumbrado a venerar, sin perder su veneración; dejad que aprenda que se haya aquí, no para trabajar sino para que él se trabaje; y que aunque un abismo se abra bajo otro abismo y opinión desplace otra opinión, todos estarán contenidos en la causa eterna”

“Entréme donde no supe
Y quedéme no sabiendo
Toda ciencia trascendiendo”